el cambio climático en el descubrimiento de América
EL “CAMBIO CLIMÁTICO” EN LOS VIAJES DE CRISTÓBAL COLÓN.
Alfonso Carlos Sanz Núñez
En la actualidad, las noticias sobre fenómenos meteorológicos excepcionales llama poderosamente la atención. La Tierra y la Atmósfera tienen una actividad que preocupa a la población. Terremotos, erupción de volcanes que no se había activado durante muchos años, corrientes marinas inusuales, la actividad solar y las posibles anomalías en la magnetosfera y el viento solar, son fenómenos impredecibles, y por ello nos llama más la atención.
Cristóbal Colón en su tercer y cuarto viajes a las Nuevas Tierras, describe alguna de estas situaciones meteorológicas vivida por él y sus marineros, y se asemejan a las que se dan ahora en alguna parte de España y de otros países, con climas diferentes al nuestro, y en una posición en la Tierra muy distante. Traigo aquí los textos que Consuelo Varela comenta de estos viajes, y dejo al lector que saque sus conclusiones.
Comentario del tercer viaje. En su diario de a bordo describe el calor que padecieron durante ocho días.
Mayo-junio de 1498
“Desde las islas Canarias… de adonde me partí con una nao y dos carabelas; y envié los otros navíos a derecho camino a las Indias a la isla Española. Y yo navegué al austro con propósito de llegar a la línea equinoçial y de allí seguir al Poniente hasta que la isla Española me quedase al Setentrión. Y llegado a las islas de Cabo Verde, falso nombre porque son atán* secas que no vi cosa verde en ellas y toda la gente enferma, que no osé detenerme en ellas, y navegué al Sudeste cuatrocientas y ochenta millas, que son ciento veinte leguas, adonde en anocheciendo tenía la estrella del Norte en cinco grados. Allí me desamparó el viento y entre tanto ardor y tan grande, que creí que se me quemasen los navíos y gente, que todo de un golpe vino atán desordenado, que no avía persona que osase desçender debaxo de cubierta a remediar la vasija y mantenimiento. Duró este ardor ocho días”
*tan
Cristóbal Colón. Los cuatro viajes. Edición Consuelo Varela.Historia. pág. 225-226. Alianza Editorial. Madrid 2007.
Comentario del cuarto viaje. En el diario de a bordo describe las tormentas que tuvieron que soportar en una de las travesías.
12 de septiembre de 1503
“La tormenta era terrible, y en aquella noche me desmembró los navíos; a cada uno llevó por su cabo sin esperanças, salvo de muerte; cada uno d’ellos tenía por cierto que los otros eran perdidos. ¿Quién nasçió sin quitar a Job, que no muriera desesperado que por mi salvación y de my fijo, hermano y amigos me fuese en tal tiempo defendido la tierra y los puertos que yo, por voluntad de Dios, gané a España sudando sangre?
E torno a los navíos, que así me avía llevado la tormenta y dexado a mí solo, Deparómelos Nuestro Señor cuando le plugo. El navío sospechoso avía echado a la mar, por escapar, fasta la <g>isola; la Gallega perdió la barca, y todos gran parte de los bastimentos; en el que yo iva, avalumado a maravilla, Nuestro Señor le salvó que no uvo daño de una paja. En el sospechoso iba mi hermano, y él, después de Dios, fue su remedio. E contra la tormenta así a gatas me llegué a Janahica. Allí se mudó en mar alta en calmería y grande corriente, y me llevó hasta el Jardín de la Reina sin ver tierra. De allí, cuando pude, navegué a la tierra firme, adonde me salió el viento y corriente terrible al opósito. Combatí con ellos sesenta días, y en fin no lo pude ganar más de setenta leguas*…
En todo este tiempo no entré en puerto ni pude, ni me dexó tormenta del çielo, agua y trombones y relámpagos de continuo, que parecía el fin del mundo.
Llegué al cabo de Gracias a Dios y de allí me dio Nuestro Señor próspero el viento y corriente. Esto fue a doce de Septiembre. Ochenta y ocho días avía que no me avía dexado espantable tormenta, atanto que no vide el sol ni estrellas por mar, que a los navíos tenía yo abiertos, a las velas rotas, y perdidas anclas y xarcia, cables con las barcas y muchos vastimentos, la gente muy enferma y todos contritos y muchos con promesas de religión, y no ninguno sin otros votos y romerías. Muchas veces avían llegado a se confessar los unos a los otros. Otras tormentas se han visto, mas no durar tanto ni con tanto espanto. Muchos esmoreçieron** harto y hartas vezes que teníamos por esforzados. El dolor del fijo que yo tenía allí me arrancava el ánima, y más verle de tan nueva edad de treçe años en tanta fatiga y durar en ello tanto”
*En sesenta días solamente avanzaron setenta leguas (1,16 leguas/día) **desfallecieron
Op. cit; pág 275-276.
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