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febrero, 2016

Un lenguaje monacal

El Almirante utiliza a menudo, y con naturalidad, expresiones que se usan en los monasterios. Para referirse a las horas del día lo hace de la manera siguiente:… a hora de tercias; … a hora de completas, … a hora prima; … a hora de vísperas… También da cuenta con frecuencia del santo del día, y así dice en su diario de a bordo: víspera de San Juan y San Judas; entró en un puerto grande y le llamó puerto de Santa Catalina, por ser sábado aquel día y su víspera (24 de noviembre de 1499). En nuestra obra demostramos que su formación la obtuvo en uno o varios de los monasterios jerónimos de la época, estando éstos en lugares tan vinculados a la vida del Descubridor en Lupiana (Guadalajara), que era la casa fundacional y Guadalupe en España; y en Italia los de Santa María del Santo Sepulcro, en Florencia; en Génova y Siena, el de Génova fundado por el jerónimo Fray Alonso, que antes auia sido Obispo de Iaen en España (se refiere a Alonso Fernández Pecha) y todos los monasterios fueron dotados de monjes procedentes del de San Bartolomé de Lupiana.

Además de demostrar que la formación del Almirante es monacal, se le puede vincular a cualquiera de estos lugares, que consta los conocía o estuvo en ellos.

 

Barloventeando

mar picadaLos días 15 y 16 de febrero de 1493 siguió el Almirante luchando con un mar de olas altas que llevaban de un lado a otro a las dos carabelas, Pinta y Niña, con peligro de naufragio para ambas. Avistaron a lo lejos, ya de noche, unas candelas y los pilotos y marineros pensaron que eran tierras de Castilla, en tanto que el Almirante pensaba en los Azores, como así fue, llegando a la isla de Santa María el día 18 de febrero, lunes. Y dijo la gente de la isla que jamás habían visto tanta tormenta como la que había hecho los quince días pasados y que se maravillaban como habían escapado. Aquí demuestra Colón que era un buen navegante, pues, en contra de lo que opinaba el resto de la tripulación, fue el único que acertó en la posición en la que se encontraban, cerca de los Azores, y no en la costa portuguesa.

14 de febrero de 1493

Este fue un día determinante para la finalización con éxito del regreso a España de las carabelas Niña y Pinta. Se embraveció la mar con grandes olas que las envolvían y amenazaban con hundirlas. A pesar de que entre ellas hicieron faroles toda la noche, la Pinta desapareció de la vista de la Niña, en la que iba el Almirante. Ante el peligro de desaparecer y que no se conociese que habían encontrado una nueva ruta para llegar a las Indias por Occidente, el Almirante tomó un pergamino y escribió todo lo que habían encontrado; lo envolvió en un paño encerado y bien atado, e introduciéndolo en un barril, lo echó al mar. También este día ordenó que se echase un romero que fuese al monasterio de Guadalupe. Para ello grabó un garbanzo con una cruz, lo introdujo con otros sin grabar en un bonete y sacó él el primer garbanzo, siendo éste el que asignaba a la persona que había de cumplir el voto si salían con bien de aquella terrible tormenta. Seguro que esa noche cantaron los marineros la salve, como solían hacer a diario, con más fervor que nunca. El relato completo se puede leer en el diario de a bordo del Almirante en ese día. El barril arrojado al mar no se sabe que apareciese nunca, y si así lo hizo, se desconoce quién fue su receptor

El río de Oro

El día 8 de 1493, «el Almirante entró en la barca y fue al río, que es allí junto, hacia el Sureste del Monte-Cristi una grande legua, donde iban los marineros a tomar agua para el navío, y halló que en la arena de la boca del río, el cual es muy grande y hondo, era diz que toda llena de oro, y en tanto grado que era maravilla, puesto que era muy menudo» … «Puso el Almirante al río Río de Oro» (del diario de a bordo. martes 8 de enero)

«Pero todavía creo que mucho dello debía ser magasita, porque allí hay mucha, y pensaba quizá el Almirante que era oro todo lo que relucía» (de la Revista Geográfica Española num 63. Madrid 1977)